Era la última vez que le escribía, a
derramar su amor entre palabras confusas y meterlas en una botella de cuello
estrecho. La tiraría al mar para que el viento la llevara quizás a alguna isla
perdida. El beso contenido en sus labios expresó la indecisión, la soga
irremediable al cuello por no decirle lo que sentía. Se quedó mudo,
contemplándola a solas desde el portal, con la botella en su mano acompañada de un
leve temblor. Suspiró al verla de nuevo, su vecina ni se percató.
Ufffff , que final, es que siempre me dejas ko jajajaja
ResponderEliminarPetons