Gotas resbalaban por su piel
cubierta de fina espuma, arrastrando el sudor, el cansancio y el estrés del día
a día. A través de la puerta entornada vio a su mujer por primera vez. Quieto,
la observó y una porción de su alma le despertó del sueño monótono. Terminada la
ducha, ella volvería a su rutina, él no volvería a mirarla igual, ella le
evitaría y, entre silencios, se darían la espalda.
Lo dit droga literaria lo teu jajajajajajajaja
ResponderEliminarPetonss